martes, 8 de noviembre de 2016


Alguna vez el animal rompió a llorar extendiendo las patas delanteras al cielo durante una tormenta de polvo y granizo. Por aquellos días solía pasar el tiempo pensando en estupideces, en si aquella hembra sería exquisita o si esta otra lo engañaría al primer desacato de sus normal, o la anterior que tratando de retomar su relación hacía cosas que le generaban a él el deseo exactamente contrario de hacerlo. Y haciéndose mierda la salud pensando en estas nimiedades, asomó a los treinta años, meses antes de partir hacia altamar. 

Solía pensar que extendiendo las patas delanteras obtenía poder del firmamento, solía creer en Judaspriest como si fueran dioses,y tal vez lo eran, pero ahora no podía creer lo que veía, una rata hembra de pelaje índigo, lamiéndose los genitales con los ojos cerrados, despreocupada, junto a la barra, al extremo opuesto de donde él se encontraba. Iría por ella, claro que sí.

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