sábado, 4 de febrero de 2017

DE NADA



Olvídate de nosotros. Sentenció Azucena. Callamos, bajamos la mirada, asomaron un torrente de lágrimas, pero las contuvimos, no las dejaríamos salir nunca más ante amenazas semejantes. Levantamos la cabeza, era de noche, tarde para algunos, no había ya nadie, probablemente Azucena estaría ya lejos y cómoda en los brazos de alguien más, mientras el pequeño Rodrigo estaría mirando las estrellas, tratando de dibujar la sonrisa de su padre juntando las más brillantes.

Lo trágico que se tornaron mis días siguientes voy a dejar que se queden en trágicos, no trataré de decir algo más. Beber hasta casi morir y reprimir el llanto y hacer del dolor un estado físico no tan ajeno al hambre o la alegría creo que bastará para rezumar este periodo y darle vuelta a la página.

A la vuelta de la esquina del libro que pretendía dejar a la posteridad estaba ella. Qué puedo decirle que no le hayan dicho antes, nada. De ahí que solo podía acercarme y saludarla como a una extraña, y ahí vamos.

Pero el libro y ella coincidían en lo mismo: vagar. Yo no he dado motivos le dijo él alguna vez, tú lo destruiste todo, le repone ella. Y más allá, no tan lejos y como siempre, desnuda y honesta, la botella. Bebe él, ella, aquél y hasta el de la tienda, el mormón, el que dice que nunca lo volvería a hacer. El caso es que se reestablecen las cosas, el caos se ordena y tiembla, se paraliza y respira.

Vamos a vengarnos, comentan por los rincones sórdidos de la naturaleza humana. Ya para qué le dicen los homínidos, de cualquier forma lo hecho hecho está, consumada la traición, el embuste y el adulterio. No obstante hay un haz bajo la manga, el seis de copas, el trece bastos y el cero de oro, los coges y se lo muestras a la señora puta, quien tiene el culo atestado de penes gordos y grasientos de herpes, ladilloso, Herbert Ladilla, dice llamarse, ah ya, le decimos, siéntate, coge tu vaso y sírvete, estamos para complacerte; perdón, follarte, cómo digo esas cosas, para escucharte, estamos para escucharte...Pero esto no tiene sentido absoluto, ninguno que yo pueda comprender. Olvídate de comprender querido Fulvio, chapa tu pollera, recuerdas eso?, jajaja. Ya basta, luego no te pongas a llorar como una mujer. O sea que no me ponga a llorar como tú. Cómo yo?, qué va, yo soy solo una forma sin nada dentro, ustedes llámenme Tevac Idonit, natural de lo más erecto de la colina, comprendido? Sí, sofocación, destrucción, inmundicia y perversión, amo esas letras, Devastación de texas en el Idolatría, qué bestia hermanos menores, qué bestias!

El asunto es simple, señor abogado, yo solo enterré dos de sus prendas en el jardín, a las tres de la madrugada, justo entonces invoqué a satanás, o el señor de la oscuridad, como le llamo, y excavé otro agujerito al costado donde defequé toda la bazofia que ingerí durante tres años, drogas químicas, animales sacrificados por mi mano, frutos venenosos y criaturas de la noche; debo decirle que el hedor fue tan impactante que caí al costado, pudiendo casi ensuciar mi túnica de piel. En seguida mi amo y señor se presentó, era una brisa fría y oscura que descendió y ascendió en simultáneo desde los árboles y el subsuelo, ingresó a ambas fosas, la fotografía lucía destruida, los ojos estaban como fuera de foco y el corazón todavía atravesado por las agujas, comenzó a drenar pus. Dije las palabras: "Te caiga todo el peso del odio oscuritas deidad posesión demonae, te maldigo y repudio", y volví a mi cama. Soñe criaturas horrendas tirando de mis manos, sacandome de la lava infernal, desperté despejado, ligero y contento, vendí los trastos y salí de esa puta ciudad sin un céntimo, ahora dice odiarme, jura no volver conmigo, que yo al vendí junto a sus cachivaches, pues todo sea en honor de la verdad y de las tetas que estoy viendo ahora mismo de la señora jueza, quien me guiña y parece querer follar conmigo al concluir este circo, que todo es verdad y no me arrepiento de nada!, de nada!

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