martes, 21 de febrero de 2017

Round 3

Mientes si dices que no vives también tú, tranquilo y emergente. Como si decir la verdad fuera ahora, algo nefasto o poco conveniente, ya te dijiste: ya para qué. 

En este mundo de falacias yo también lo acepto, me complace saborear el dolor de tu pérdida sabiendo que bueno, al fin y al cabo no nos terminamos matando. Ya viste cómo la gente sigue enloqueciendo a velocidades increíbles, yo mismo, que ayer te decía te amo, te extraño, ahora oigo lo contrario de mis expectativas, estoy defraudado, como tal vez tú cuando descubriste que nunca me quedé de brazos cruzados y llorando, sino machacando todo cuanto había que preservar y conservar, y no quedó nada de ti, qué triste, de mí sí, estoy íntegro, he perdido tu interés, el amor no estuvo, solo tu interés, he reconstruido mi aura, esa capa que hace que un ser humano se sienta bien. Antes estaba destruido, agujereado, solo quedaba de mí el espectro de mi ser; ahora no, por eso he decidido arrancarte de mi ser físico y colocarte en mi ser astral, en esa parte donde el aura y mi alma son formas definidas que puedo acariciar y considerar reales. Y a este punto tenía que llegar, el delirio.

Sabes, durante mi periodo de total sumergimiento, enloquecí, como te dije, como me dijiste, te oía jadear, fornicar, llorar, gemir y reír malignamente detrás de los muros y hasta en los árboles, bastaba que la noche se cerniera sobre la casa para comenzar a oírte. Sufrí mucho, te busqué hasta debajo de la tierra excavando con mis manos, y por supuesto, no te hallé. Lo que sí hallé fueron los huesos de varias personas, aparte de los ya consabidos guardianes que estaban en forma de cráneos desnudos en el almacén de tu hermana la egoísta. El asunto es que conversé con la pila de huesos que hice, recuerda que estaba loco, deliré en éxtasis mientras danzaba en torno al fuego que alumbraba mi silueta desnuda y el altar de huesos que dediqué a tu memoria. No te hice daño, por lo menos no al inicio, solo quería que volvieras a mí, ya ves ahora que todo salió al revés, me jugué el rito a mí mismo, te terminé de perder y ahora estamos tan lejos y "tranquilos", que por ratos pienso que de nada sirvió todo. 

Pero estaba equivocado, verás, anoche por ejemplo estaba volviendo a casa, eran como las doce de la noche, tú sabes cuánto me gustan los parajes solitarios -aguardo ver criaturas fantásticas o abrir portales dimensionales, ya sabes, mi misión en esta vida- cuando en eso me detengo a ver la luna y veo que sobre mi cabeza, casi a la altura de los cables de telefonía y electricidad, choca un bulto que aparentemente estaba volando. El bulto cae cerca de mí, se incorpora, es una mujer vieja y fea, una bruja estrellada. Me mira, escupe negro frente a mí y sale volando, primero hace como si fuera a saltar y enseguida está en el aire perdiéndose entre la maraña de cables, poste de luz y azoteas. ¿Ves?, alguien trabaja en nosotros y en el decorado de escenarios.


Estos días lluviosos son apacibles. aunque me parezcan por momentos absurdos, como con todo el resto, pero como dije, la apacibilidad, la solidez del pensamiento, la claridad hasta en el delirio. Yo vivo mis sueños, ¿te lo dije cierto?, lo reitero, a veces fueron pesadillas, y aunque lo mejor sea elegir cualquiera y sufrirlo o gozarlo intensamente, quiero agregar que además he logrado en estos días dilucidar el meollo de mi problema contigo, es decir, como si le dijera esto a la droga, mi asunto de enganche. Es simple: morbosidad. El resto son patrañas. 

Pasan los carros, pienso aún así, en ti, en tu ligereza y simplicidad, tu firmeza y necedad y te extraño. Te seguiré escribiendo.

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