viernes, 7 de abril de 2017

POST FINAL

Yo sé qué piensas de mí, sé con cuánta facilidad sentencias mi permanencia, mi firmeza y necedad, no cambiaste, no cambias, no cambiarás, eres una roca estancada en el camino, antes te movías te harán creer, antes ni nunca. El patetismo de creer que alguien pregunta por ti cuando en realidad no, sino que se ufana en serte indiferente, en dejarte varado. Yo tenía unas tías que con sus novios llegaban tarde los domingos, y ellos a veces bebían demasiado y peleaban, salían corriendo del edificio, se atacaban, sacaban sus zapatos y golpeábanse, se hacían mucho daño. Aun así, al cabo de un día podía verlos tan ufanos como antes, llevándose de las manos y bebiendo de sus labios uno al otro con un frenesí que más invitaba a la lujuria que al desconcierto. Sabes qué era la dignidad, ser merecedor de algo, que algo le corresponda a uno, yo he perdido entre otras cosas de la misma índole, esa capacidad para medir cuánto me corresponde, y siempre es poco, casi nada, carroña, ínfima cantidad, casi nada, el vacío de mi ser en contracción involuntaria hacia la desaparición de la memoria, de la muerte en teoría, y con todo, nada, así fue mi etapa de fagocitación con mi fantasía, mi imaginación, cuán a menudo me he preciado de ella, ahora la aborrezco, así como aborrezco mi ser, mi momento, mis circunstancias, mis culpas, mis responsabilidades, así he llegado a formar con absoluta absurdez, parte de este pedazo miserable de seguirte amando, cuánto me hiere, me desangras, yo ya no deseo todo este dolor, trato de mencionarte algunas cosas, digo, tan fuerte ha sido esa bomba que te borró de mí, ¿demasiado verdad? Al final, con la misma facilidad con la que inicié este increíble viaje con la literatura, decido renunciar, no encuentro alicientes válidos, todo se cae a pedazos, todo fue una vil mentira, entonces ya qué si una estrella deja de brillar, no importa, en estos  tiempo ya nada importa, nadie es imprescindible, qué pena tener que afirmarlo, uno quisiera haber cumplido a cabalidad el guión, uno se quedó ensimismado, haciéndose las mismas preguntas que siempre llevaron a la misma actitud ante la vida, la negación de toda posibilidad de confianza en la singularidad del ser humano, pura bazofia, animales movidos por instintos, razones, exentos de magia, incapaces de fabricar algo más que penas, rencores, renuncias, vanas glorias, hasta aquí lo de esta actitud y respuesta a la hostilidad del mundo, se acabó.

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