miércoles, 29 de marzo de 2017

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Era uno de esos días que uno se asomaba al abismo con la voluntad firme. Ella lo sabía, y lo hizo, supo antes que no hacía falta seguirlo haciendo, pero ya ven, seres humanos. Cambió de cuenta, se volvió a ocultar,  qué importaba otro ser humano más, le quitó la oportunidad de vivir a plenitud, a cambio le llenaría la panza y amoblaría su vida con todas las bazofias de un mundo material. Fue odiada y deseada, usada y absorbida, al final de un sábado, como siempre vomitó sus tripas sobre el suelo y orinó en el parquet, recordó haberlo hecho antes en los zapatos del sujeto que para entonces quién sabía en qué situación estaría, tal vez muerto, o vivo en agonía como siempre. Cuando despertó pensó en aquellas letras que rezaban: Yo creí que esquivando balas se ganaban batallas... entonces derramó lágrimas de rabia, de dolor, había pensado que sin él las cosas marcharían mejor, y al final ni mierda, todo fue peor, todo.

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