martes, 11 de abril de 2017

CAMINA


Sí mi amor, cómo quisiera decirte lo mucho que me hiciste falta, lo vulnerable y tristes que han sido mis días hasta ahora. Sigo llorando nuestra partida, sigo recordándote como ayer cuando no nos separaban los rayos de la razón. Cómo quisiera saber que por lo menos te queda un leve recuerdo de nosotros. Y no este semblante de dureza e indiferencia, no esta nueva realidad en la que ya no existes sino como alguien fría y olvidada en los arcanos de la desmemoria. Knut Hamsun, maestro, ilumina mi camino, hazme de piedra, sella este corazón, esta mente, que se centren en un solo asunto, que dejen de sentir absolutamente, quiero ser de piedra, un insecto volador capaz de vivir entre las rocas.
Y con todo, y a pesar de todo, seguiré caminando, no logro convivir en armonía con mis semejantes, he mencionado lo de un falansterio, he proferido palabras sobre nuevas comunidades de vivencia, y al cabo de dos días pululo otra vez en las calles vacías, odiándolo todo, saboreando mis pasos perdidos entre las sombras de mis mil ubicaciones. Con cuánta frecuencia además, te extraño Beatriz, en realidad hubiera querido no levantar mi cuerpo aquella vez que caí, mírame ahora, arrastrando mi cuerpo mis lágrimas, mi pena, mi estúpida hipersensibilidad. Quiero reirme como ante, quiero sentarme a leer un libro sin tener que abrumarme de pensamientos negros, quiero descansar desde hace tantos años que no logro concebir cómo es que sigo vivo. 
A usted señora Blanca, quiero decirle también un par de cosas, primero, lo que usted hace conmigo confirma lo que han dicho de usted sus peores enemigos, aquellos que no soportan su insultante vida de comodidad y prosperidad, y por otra parte, lo que usted, ustedes niegan inclusive a quien no se merece, significa demasiado para un fuero interno, para una caja de pandora llena de fijaciones perturbadoras. No importa, no van a morir por lo que ustedes no hagan, recuerden que habría que estar totalmente desquiciado para hacerlo, habría que perder la razón y abocarse a desbocarse y ni aun así, nada que dejen de hacer tendrá importancia. Sin embargo mi muy estimada señora, usted es una mala y odiosa persona, lo digo tan solo en contraste con los que alguna vez fueron los míos, todavía recordando a las señora Fortunata, a buen Vicente y a muchas personas que pasaban por nuestra casa y con las cuales compartíamos un pan un poco de café y unas cobijas, mi abuela recuerdo que nos decía cosas sobre la vida, que casi no hay asuntos importantes en estos tiempos, salvo seguir insistiendo con lo humano, a pesar de lo gusanos que son la mayoría de los hombres. Ser humano, poner el corazón en bandeja y ofrecércelo a otro ser humano, mirar a los ojos a otro ser como tú y ver ahí reflejado, con las mismas posibilidades y riesgos. Sin embargo todo esto apesta, mis ideas son todas equivocadas, mi filosofía de vida está basado en estar totalmente en el error, y con todo eso, seguir creyéndo en ellas. Tal vez, señora mía, estos sean mis últimos días en este lugar y en el resto, pero no puedo dejar de mencionar que es usted una mala persona, se lo recalco, le ofrezco la certeza de mi concepción sobre los distintos tipos de categorías de humanos que como usted, dicen y dejan de hacer lo que hacen y siguen haciendo lo que más les place, ser malvadas.
Como sea, no hay hambre que dure tanto, ni tanta comida para acabar con ella en el mundo, aunque lo último sea producto de la mala distribución de las riquezas, aquellas políticas insanas que dejan a un hombre relegado, marginado, condenado, esas miserables tretas de los ambiciones que nos dejan como a parias entre delincuentes, personas que se olvidan hasta de los nombres de sus hijos, de seres que ya no pueden sentir absolutamente nada por nadie que no sean ellos mismos.
Había rejurado no escribir más, pero qué importa, ninguna de mis actividades ni promesas rotas tienen importancia, en realidad esta es la muerte civil, vaya qué asunto. Olvidemos esta situación hermano, solo nos tenemos uno al otro, nos criaron pensando en otros, hasta nos duele no hacer o poder hacer algo más para recuperar al resto, pero seamos honestos, tú eres mi mejor amigo, tú y nuestras circunstancias, tú y este mundo girando en torno nuestro. Alguna vez saldremos de este agujero y nos largaremos, tal vez el domingo, e iremos hacia el sur, caminando relajados y como siempre llorando por los paraísos perdidos. Enjúgate las lágrimas y camina...

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