viernes, 28 de abril de 2017

Apuntes para "Novel lucha lumpen"


La firmeza en los argumentos de Karry funcionaban perfectamente para Yermoly, tan solo tenía que evitar la vacilación en la mirada, algo que realmente le resultaba difícil, pues tenía estrabismo, producto del consumo de las letales piedras. Estamos en la Bahía de piedras y del Río seco, de manera que te fumabas las piedras con marihuana o con tabaco y te ibas a la locura, te envolvía un halo de perturbación capaz de hacerte creer hasta la mínima sospecha de lo peor. Pero Karry era un maestro en el arte del engaño y el embuste, y solo tuvo que sostener su argumento con un apretón al hombro de su amigo diciéndole: Causa, confía en mí, volveré, espérame acá viendo las noticias. Se iría a comprar los estupefacientes, al rato llegarían el resto: El gallo, el pollo, el chicano, la rosseta, el kevin, entre otros delincuentes que habitaban unos cerca de otros en el Puente nuevo, lugar que concentraba lo peor y más grotesco de la fauna humana de Huamanga.  Era noche de clavos, no habría tregua, de eso no había duda. 
Al salir Karry de escena, Yermoly decidió echarse una paja, evocó a una nueva entidad integrada por lo mejor de todas sus amantes a lo largo de sus treinta años y lo hizo, el placer fue interrumpido por la súbita idea que lo invadió sobre la posibilidad, aunque remota, de que Karry no volviera o volviera tan tarde y con tan poco, que le molestó de sobremanera haber dejado que se fuera solo. Otra vez tendría que arañar los muros esperándole, otra vez sudaría frío hasta las tres de la madrugada, y finalmente, otra vez detestaría haber confiado en su mejor amigo.
Aquel día sin embargo, les esperaba a ambos nuevas sorpresas, pues pasadas las cuatro de la mañana, vino una turba que con denodada violencia irrumpió a los consumidores en el claustro; se trataba de la gente contratada por el tío de Karry para desalojarlos de las habitaciones que ocupaban junto a otros drogadictos. El tío estaba dispuesto a limpiar la quinta de la bazofia humana que se había enquistado allí. 
Al inicio los muchachos, presas del pánico, trataron de huir, pero la voz resonante de Karry los calmó diciéndoles: éste es nuestro lugar, mi padre nos legó a mi hermano y a mí estas habitaciones, ningún tío hijo de puta va a movernos de acá, tendrán que sacarnos metidos en bolsas para lograrlo, así que lucharemos. De inmediato hicieron cuchillas con pedazos de vidrio del espejo que hicieron pedazos a puñetazos, se armaron además con palos y cadenas, alguno de ellos, el más avezado, se animó a sacar su vieja Taurus y lo llenó de balas. La guerra era inminente. Pronto amanecería, las rocas estaban dispersas en la mesa, afuera la turba se disponía a atacar; de pronto se oyó a un niño llorar a lo lejos y surcó el cielo una garza, pero lo de la garza fue algo realmente fortuito pues en Huamanga no hay depósitos de agua tan grandes como para estos animales, el hecho es que algo se rompió en el interior de Karry, quizá su hígado hecho pedazos por el consumo de la droga y el alcohol, o por influjo directo de la garza, quién podría determinarlo a ciencia cierta, nadie, pues en segundos podría caer muerto y no importaría la salud previa del hígado o el paso de la garza, bastaría un mazazo en la cabeza o una mala caída. Como fuere, amanecía, la oscuridad se fue aclarando en un azul ópalo que dio lugar antes de que cualquiera se diera cuenta a una blancura asfixiante que hizo replegar a los atacantes debido al espectáculo que estaban dando a la comunidad de vehículos motorizados que pasaban al frente. El tío reunió a su batería y les instó a retirarse. Alguien en alguna parte de la ciudad leía a Zweig, mientras en otra, una mujer abría la boca con desmesura para recibir el falo de su nuevo hombre, quien parecía tenerla dominada y poseída por el sexo fenomenal que le daba. Un día más que había triunfado el lúmpen en su lucha contra la desposesión, contra la dureza de dormir en las calles a merced del frío y las ratas alcohólicas. Pero vendrían más batallas, de eso no había duda y había que prepararse para ese día, mientras tanto, las rocas se recogieron y fueron fumadas inmisericordes en los rincones más lúgubres de las buhardillas que habitaban estos héroes de alcantarilla.

domingo, 23 de abril de 2017

Empiné el codo

Mi amigo venezolano trataba de llorar y no lo lograba, su cuerpo se convulsionaba y daba arcadas tratando de hacerlo, había amanecido y no queríamos abrir las cortinas, la luz nos salvaría sin duda, pero no merecíamos ser salvos, nacimos condenados; y así, absortos y con una resignación dibujada en una horrible mueca en la cara, nos despedimos. Quiero estar solo, alcanzó a comentar, lo sé, le dije, y también yo me envolví en la absoluta soledad. Alquilé una habitación en domingo por la mañana y puse el canal porno a alto volumen durante todo el día, miré por el balcón y vi que efectivamente no había nadie, podía tirarme al vacío fácilmente y acabar con toda esta estupidez de seguir vivo deseando no estarlo. Pero esperé, siempre funcionaba, me masturbé, vi tres películas y comí veinte plátanos. Salí al atardecer, deshecho, más triste que nunca, qué me esperaba en este mundo de mierda, mis hijos, dirían algunos, sin embargo ambos estaban tan felices con sus familias maternas, y bien parados, que me dio envidia, en qué horrible ser debo haberme transformado que sentí envidia de mis hijos. Opté por beber, aun sabiendo que estaría al rato mucho más triste y devastado, y volví a enterrar el cuerpo en un jardín municipal, crucé mis brazos y cerré los ojos, por lo menos mis sueños seguían siendo míos, y eso me reconfortaba, despertaría a las seis de la mañana e iría a ganarme la comida trabajando durante todo el puto día lavando platos, fregando pisos, sirviendo arroz y haciendo ensaladas. Tenía veintinueve años y estaba más jodido que nunca. Y sin embargo los enterraría a todos y escupiría en sus tumbas, volvía jurarlo y empiné el codo.

miércoles, 19 de abril de 2017

Humanoides


El muchacho cuestiona su sentir, si de algo sirve arrebatarse por una mujer, el interpelado le dice lo que siente, que no vale la pena llorar por nadie salvo tu madre, y eso, si fue buena. Buena voz le dice el muchacho, pero en el fondo sigue cagándose de pena e impotencia por su fracaso amoroso. Huevadas, reitera el interpelado, la nota es largarse a todas partes y gustar apasionadamente de algo, esto último lo dice a regañadientes, y es más, tan solo lo piensa, sin embargo a ambos les espera una tarde de caminar, emborracharse y al día siguiente seguir recorriendo las mismas calles, deseando que todo hubiese sido distintio.
Lástima que no te corresponda, piensa el interpelado, pero en sí le llega al pincho y enseguida se pone a pensar en escribir una novelita sobre los "Buenos muchachos huamanguinos", la peste y lacra de esta ciudad, se conoce casi con todos, de manera que como las huevas, lo está pensando, está oyendo Claustrofobia, se siente energizado, necesita un trago, marihuana, lacrosos para connversar y disertar sobre la vida, sobre la muerte, la misma huevada de siempre. Pero pronto el interpelado se largará al sur, a las playas, a Chile, a dar ala vuelta al mundoy seguirá creyendo que hay que culpar a todos y joderlos, odiarlos y cagarse de risa de todos, por que lo merecen, son simples humanoides.

martes, 18 de abril de 2017

Estamos siendo fagocitados


Difícil de clasificar ciertas emociones. Está por ejemplo lo de fantasear con lanchas en tardes sepia en el oriente peruano y uno pensando que podría estar conduciendo una lancha propia valorizada en veinte mil dólares. También está lo de ir al río y pescar oyendo trova brazileña, o lo otro, en Moquegua, cerca al puerto de Ilo, viendo el mar, dejando que la espuma nos lama el rostro. Tantas cosas hermano mío, tantas cosas y por ahora estancados en la bahía de piedras, días más, días menos, ya veremos. El ñino ha crecido, es hermoso, uno siente que la vida tiene sentido al verlo, recuerdas cuando ibamos de arriba abajo derecha izquiera con él en nuestros brazos?, sí, qué épocas, lo vivimos hermano, fue genial, por aquel entonces escuchábamos harto Demolition hammer y Alfonsina y el mar, qué noches no?, cuando invocábamos al señor de la oscuridad y todas esas patrañas, caprichos de solitario, y luego la voz latente del recuerdo de ya sabes, puta madre, cuánto la hemos extrañado, llorado, fantaseado, morboseado y míranos ahora, asociando su imagen a la de una desconocida con la cual por alguna razón imposible de justificar, nos volvimos a reproducir. La próxima vez lo haremos mejor, nosotros somos duros de aprender, pero no de querer, eso lo sabemos bastante bien y siempre lo tenemos claro. Leímos 1984 en una edición enorme, comentaste a todos los vientos sobre LA MUERTE DEL AMOR, pensando que jamás nos tocaría a nosotros, y ya ves, la realidad siempre reinterpretando nuestras lecturas contra nosotros mismos, fagocitándonos.

Después huimos desesperados hacia la tierra en la que nacimos, a apaciguar las aguas de la mente, lo logramos, inclusive desechamos el tratamiento farmacológico por ser más dañino que mis vicios juntos, y luego trabajamos, vendimos esas aparatos llamados celulares y comprobamos la teoría de Neuman, estamos sumergidos en era de lo líquido y banal, hundidos hasta la coronilla, qué pena ver a la gente tirando su dinero, rindiendo pleitesía, entregando sus vidas a esos tristes aparatos mudos y engañosos. Al final, un lunes por la noche, cansados de la nostalgia corrosiva, volvimos. Todo había cambiado en los dos meses que nos fuimos, eso nos entristeció, para sumar, ja, pero en el fondo, ambos sabemos que somos de acero, que nuestra pasión es a prueba de todo, eso lo tenemos muy claro y presente estos días, de dormir como un perro y comer como un cerdo y masturbarnos como quien se va a mear al baño. y por cierto, hemos dejado las viejas imágenes masturbatorias, ahora retomamos las revistas, qué placer ver a esas nenotas, ufff la realidad es mierda, también de eso estamos más que seguro, pero qué le hacemos, seguiremos escribiendo en este espacio, hasta que no quede nadie que conozca, e incluso más allá, porque para eso vinimos a este mundo hermano, para sublimarlo y escribirlo, ¡salud por eso!

martes, 11 de abril de 2017

CAMINA


Sí mi amor, cómo quisiera decirte lo mucho que me hiciste falta, lo vulnerable y tristes que han sido mis días hasta ahora. Sigo llorando nuestra partida, sigo recordándote como ayer cuando no nos separaban los rayos de la razón. Cómo quisiera saber que por lo menos te queda un leve recuerdo de nosotros. Y no este semblante de dureza e indiferencia, no esta nueva realidad en la que ya no existes sino como alguien fría y olvidada en los arcanos de la desmemoria. Knut Hamsun, maestro, ilumina mi camino, hazme de piedra, sella este corazón, esta mente, que se centren en un solo asunto, que dejen de sentir absolutamente, quiero ser de piedra, un insecto volador capaz de vivir entre las rocas.
Y con todo, y a pesar de todo, seguiré caminando, no logro convivir en armonía con mis semejantes, he mencionado lo de un falansterio, he proferido palabras sobre nuevas comunidades de vivencia, y al cabo de dos días pululo otra vez en las calles vacías, odiándolo todo, saboreando mis pasos perdidos entre las sombras de mis mil ubicaciones. Con cuánta frecuencia además, te extraño Beatriz, en realidad hubiera querido no levantar mi cuerpo aquella vez que caí, mírame ahora, arrastrando mi cuerpo mis lágrimas, mi pena, mi estúpida hipersensibilidad. Quiero reirme como ante, quiero sentarme a leer un libro sin tener que abrumarme de pensamientos negros, quiero descansar desde hace tantos años que no logro concebir cómo es que sigo vivo. 
A usted señora Blanca, quiero decirle también un par de cosas, primero, lo que usted hace conmigo confirma lo que han dicho de usted sus peores enemigos, aquellos que no soportan su insultante vida de comodidad y prosperidad, y por otra parte, lo que usted, ustedes niegan inclusive a quien no se merece, significa demasiado para un fuero interno, para una caja de pandora llena de fijaciones perturbadoras. No importa, no van a morir por lo que ustedes no hagan, recuerden que habría que estar totalmente desquiciado para hacerlo, habría que perder la razón y abocarse a desbocarse y ni aun así, nada que dejen de hacer tendrá importancia. Sin embargo mi muy estimada señora, usted es una mala y odiosa persona, lo digo tan solo en contraste con los que alguna vez fueron los míos, todavía recordando a las señora Fortunata, a buen Vicente y a muchas personas que pasaban por nuestra casa y con las cuales compartíamos un pan un poco de café y unas cobijas, mi abuela recuerdo que nos decía cosas sobre la vida, que casi no hay asuntos importantes en estos tiempos, salvo seguir insistiendo con lo humano, a pesar de lo gusanos que son la mayoría de los hombres. Ser humano, poner el corazón en bandeja y ofrecércelo a otro ser humano, mirar a los ojos a otro ser como tú y ver ahí reflejado, con las mismas posibilidades y riesgos. Sin embargo todo esto apesta, mis ideas son todas equivocadas, mi filosofía de vida está basado en estar totalmente en el error, y con todo eso, seguir creyéndo en ellas. Tal vez, señora mía, estos sean mis últimos días en este lugar y en el resto, pero no puedo dejar de mencionar que es usted una mala persona, se lo recalco, le ofrezco la certeza de mi concepción sobre los distintos tipos de categorías de humanos que como usted, dicen y dejan de hacer lo que hacen y siguen haciendo lo que más les place, ser malvadas.
Como sea, no hay hambre que dure tanto, ni tanta comida para acabar con ella en el mundo, aunque lo último sea producto de la mala distribución de las riquezas, aquellas políticas insanas que dejan a un hombre relegado, marginado, condenado, esas miserables tretas de los ambiciones que nos dejan como a parias entre delincuentes, personas que se olvidan hasta de los nombres de sus hijos, de seres que ya no pueden sentir absolutamente nada por nadie que no sean ellos mismos.
Había rejurado no escribir más, pero qué importa, ninguna de mis actividades ni promesas rotas tienen importancia, en realidad esta es la muerte civil, vaya qué asunto. Olvidemos esta situación hermano, solo nos tenemos uno al otro, nos criaron pensando en otros, hasta nos duele no hacer o poder hacer algo más para recuperar al resto, pero seamos honestos, tú eres mi mejor amigo, tú y nuestras circunstancias, tú y este mundo girando en torno nuestro. Alguna vez saldremos de este agujero y nos largaremos, tal vez el domingo, e iremos hacia el sur, caminando relajados y como siempre llorando por los paraísos perdidos. Enjúgate las lágrimas y camina...

viernes, 7 de abril de 2017

POST FINAL

Yo sé qué piensas de mí, sé con cuánta facilidad sentencias mi permanencia, mi firmeza y necedad, no cambiaste, no cambias, no cambiarás, eres una roca estancada en el camino, antes te movías te harán creer, antes ni nunca. El patetismo de creer que alguien pregunta por ti cuando en realidad no, sino que se ufana en serte indiferente, en dejarte varado. Yo tenía unas tías que con sus novios llegaban tarde los domingos, y ellos a veces bebían demasiado y peleaban, salían corriendo del edificio, se atacaban, sacaban sus zapatos y golpeábanse, se hacían mucho daño. Aun así, al cabo de un día podía verlos tan ufanos como antes, llevándose de las manos y bebiendo de sus labios uno al otro con un frenesí que más invitaba a la lujuria que al desconcierto. Sabes qué era la dignidad, ser merecedor de algo, que algo le corresponda a uno, yo he perdido entre otras cosas de la misma índole, esa capacidad para medir cuánto me corresponde, y siempre es poco, casi nada, carroña, ínfima cantidad, casi nada, el vacío de mi ser en contracción involuntaria hacia la desaparición de la memoria, de la muerte en teoría, y con todo, nada, así fue mi etapa de fagocitación con mi fantasía, mi imaginación, cuán a menudo me he preciado de ella, ahora la aborrezco, así como aborrezco mi ser, mi momento, mis circunstancias, mis culpas, mis responsabilidades, así he llegado a formar con absoluta absurdez, parte de este pedazo miserable de seguirte amando, cuánto me hiere, me desangras, yo ya no deseo todo este dolor, trato de mencionarte algunas cosas, digo, tan fuerte ha sido esa bomba que te borró de mí, ¿demasiado verdad? Al final, con la misma facilidad con la que inicié este increíble viaje con la literatura, decido renunciar, no encuentro alicientes válidos, todo se cae a pedazos, todo fue una vil mentira, entonces ya qué si una estrella deja de brillar, no importa, en estos  tiempo ya nada importa, nadie es imprescindible, qué pena tener que afirmarlo, uno quisiera haber cumplido a cabalidad el guión, uno se quedó ensimismado, haciéndose las mismas preguntas que siempre llevaron a la misma actitud ante la vida, la negación de toda posibilidad de confianza en la singularidad del ser humano, pura bazofia, animales movidos por instintos, razones, exentos de magia, incapaces de fabricar algo más que penas, rencores, renuncias, vanas glorias, hasta aquí lo de esta actitud y respuesta a la hostilidad del mundo, se acabó.