lunes, 8 de enero de 2018

Eworx

Cómo demonios vas a salir de circunstancias como éstas donde te entregas con suma desfachatez al desvarío y la estupidez. Algunas veces uno se encuentra a punto de saldar sus cuentas y entonces sobreviene la molicie. Yo era una especie de mutación del ser, habitaba con otros como yo las bajos puentes, las alcantarillas, los baños púbicos, las canaletas fluviales. El hedor nos colmaba, teníamos a cuestas la inocencia del salvajismo. Nuestra era la noche como el sol a las plantas, y entonces salíamos a comer, animales y plantas, voraces, llenos de furia y baba en los dientes, nuestras cabezas solían limitarse al giro de ciento sesenta, ahora son trescientos ochenta. Lo vemos todo, además, en nuestras espaldas ya brotan las primera alas de la estación, pronto volaremos hacia los pisos altos de los edificios multifamiliares y nos meternos a las cocinas a comernos todo lo que haya.  
Ora no tenemos prendas, ni pelaje adecuado, nos cagamos de frío, ora ya nos olvidamos la dirección de nuestra buhardilla, ora caminamos como desquiciados por los bordes de la ciudad, del cataclismo humano urbano. Todavía encendemos nuestros dedos para alumbrarnos, ya no queda mucho de combustible, pero la lumbre es intensa y perseverante, debemos lograr sofocar el miasma de oscuridad, o nos tornaremos ráfagas de inmundicia en la cara de los transeúntes, corrientes de aire negro peste del siglo trece, les decimos, apártense,y nada, no nos ven, no nos oyen, estamos cuadriculados en las líneas de su visión. No existimos.

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