lunes, 22 de enero de 2018

Otra

Te veo y se acaban mis estertores, estoy hecho una furia, una maraña de huesos dislocados y músculos resecos. No puedo vivir sin ti, tengo la excusa perfecta, este sería el final perfecto, pero sé que no, que estoy decidido a no más, y luego me abstraigo y veo con esperanza la desesperanza, cómo se logra esto vida mía, yo te añoro y necesito más que nunca, por un beso tuyo mataría fácilmente, y después sé de tu alejamiento y qué más digo, estoy tratando de ver todo esto desde otra óptica y no lo consigo.
Éste día es el peor de todos, habían grietas, impulsos desastrosos, una suerte de complicada realidad. Los veo, estoy muerto.
Y entonces vuelvo a viajar, a tratar de acomodar mis pensamientos, y las distancias se encogen, la nostalgia se acumula, me pierdo entre los montones de ideas sobre mares, ríos, árboles. Hola árbol le digo al algarrobo y éste me abraza, hola perro, le digo a un chucho todo flaco como yo, y él me lame, me abraza, se regocija con mi compañía, pero no puedo llevarlo conmigo, no puedo hacerme cargo de nada, de nadie, ni siquiera de mi cuerpo. 
Y con todo vamos a alcoholizarnos, vamos a hacerlo hasta no recordar cómo ni cuándo, después, dejaremos secar el cuerpo cerca del mar, que vengan los buitres y se coman lo que queda, de cualquier forma iré más y más lejos. Morir es no estar, pues bien, ya morí, qué más da.

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