lunes, 25 de diciembre de 2017

JJS

Voy a tener treinta años, he perdido el tiempo, terminan algunos diciendo cosas como, si quieres morir, entonces de una vez hermano, no es justo vivir en agonía, no es justo para el resto quiero decir, es aborrecible, repugnante, como si caminaras y encontraras un hombre sin piernas ebrio y hostil, uno se escarapela, se le sube la rabia del estómago hasta la cara del hombre mutilado. Estamos vivos, toca, digo, vivir. 
Una vez vi tu cuerpo sentado en una fonda, llevabas al niño contigo, la fonda era de mala muerte por decirlo menos, lucías demacrada, o no tan bien, en opinión del observador. Enterarme de eso me cambió la vida hermana. Yo era un cuerpo sin rumbo, a la deriva, con un sin fin de excusas, hasta que supe de ese lado de la vida, de ese aspecto, no sabía quién era hasta ese momento, y tuve que erguirme y coger las astas. Arar.
Sé muchas cosas, las aprendí durante el camino, es genial, contribuye, aporta. Debo ser quien aporte, no quien reste, es una cláusula importante en este reenfoque. Tantas veces hemos fallado, pero en verdad fallamos, o solo no salió tan bien. Y entonces ves la verdad, o las verdades, y no puedes hacerte el bizco, no debes, digo, estoy hasta el copete con este asunto, debo ser productivo. Está bien, elevo mi copa y se convierta en cornucopia, bienvenida la abundancia y la satisfacción. Por ustedes, por ti, guerrera implacable, tus lecciones me quedan muy claras, la evidencia de tu firmeza, empuje, perseverancia, alegría, etc. Me toca mostrarte mi alcance... 

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