martes, 9 de septiembre de 2014

Tips de longevidad (26 inviernos)

Ahora tenemos dos existencias dependiendo de nosotros, éste es el último y más joven. Debemos ser cuidadosos y mucho más precisos con él que con el resto puesto que deseamos superar la calidad del texto en los relatos, a lo mejor hasta logremos insertar el Diario del Suicida imperecedero,  o tal vez no, lo cierto es que nos urge la renovación de formas, de contenidos nada podemos hacer al respecto de lo que ya hay en nuestras cabezas o dedos, por lo que sin cuidado escribiremos sobre cualquier cosa, como ahora que lo hacemos sobre nuestros pequeños dragones, sobre su número e importancia para nuestra supervivencia, y es que una vez consumadas nuestras vidas, quedarán en ellos todo el testimonio de nuestras noches insomnes y bajo el sendero ominoso de la voluntad orientada a saciar la necesidad de buen arte. Como si el arte debiera estar contaminado de barbaries como la moral o los parámetros, en fin, van dos las dimensiones y esperemos sean mil cuando tengamos que marchar a habitar en ellas fuera de esta prisión de huesos, insoportable levedad de ser y dejar de ser y volver a ser.
 Hace un tiempo te sentías libre de las supuestas amarras y de pronto las pesadillas de desdoblamiento y el miedo a no tener nunca más miedo haciéndote nuevamente presa de sus reglas: el encierro, la estupefacción, la estupidez autoinfringida, la autocompasión y tantas porquerías más del ánimo que no alcanzaría ni el blog ni las limitadas palabras con que contamos para decir lo mismo, o casi lo mismo, traduciendo el sentir o la insensación de los sentidos, una suerte de inversión en el modo de recibir y dar, ya no das más pero recibes menos, cómo es eso, una contradicción acaso, una paradoja quizá, qué importa, de pronto ya no brillas aunque los recuerdos de tu cualidad fulgurante siguen y seguirán por lo menos en nosotros. Eso no basta para vivir como se debe hemos oído decirnos a todo el mundo, o a los que siquiera tenían algo que decir, porque el resto ya saben, el sueño superpesado de la ignorancia; en realidad nada basta les dijimos y así, con nuestros vicios y locuras ya vamos 26 años y tal vez sean 120 pronto, cuando terminemos de consolidar un estilo, una voz, un modo peculiar de decir algunas cosas y de hacer algunas otras. Qué más podemos decir de vivir sino es hacerlo todo, tratar de liberar las amarras naturales de mundo, de nosotros mismo, de la vida incluso, libertad a veces suele tener que ver con sacrificio, autosafrificio mejor, como clavarse las propias mandíbulas en el cuello para beber la propia sangre antes de morir de sed, y lo mismo con comerte el cuerpo que alimentas y cuidas como el templo sagrado que debe ser; mejor complacerlo, darle lo que pide, más carne, más vino, más humo, ese es nuestro secreto de longevidad, ése por ahora, sin olvidar mantenerse a flote con los neumáticos del arte o las reminiscencia de mejores épocas vividas o tan solo ensoñadas. 
¡Como fuere, seguimos adelante!

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