domingo, 25 de febrero de 2018

Es domingo otra vez


Sábado, estás sentado en el copiloto del automóvil donde ahora duermes y bebes y ves la vida pasar. Es un station estacionado indefinidamente, le sacan la batería para que no se lo roben, ya no tiene dos ventanas, los asientos hieden a trago y pezuña, pero todavía uno puede sentarse a charlar con El toro, viejo ebrio que transita la vida bebiendo impíamente todos los días desde hace trece años. 

Son las siete de la noche, hay una especie de convulsión gestante en el ambiente, es Ayacucho, no hace ni frío ni calor, salvo a las cuatro de la mañana, cuando desde las quebradas asciende un vaho gélido que se impregna a los huesos, generando el entumecimiento típico; la gente se apura por llegar a sus casas, por salir de ellas, se mueve. Todavía están ustedes dos en el auto, bebiendo un ron puro, tú le das pequeños sorbos, te duele la vejiga, la verga, todo, ha sido una semana dura, follarte a toda a esa manada de degeneradas fue extenuante. Te preguntas si podrías vivir así, la respuesta es no, la vida son instantes, momentos de esto o de lo otro, lo sabes, esto debe parar, el dolor físico es intolerable, el del alma todavía es tolerable, dices eso y te arrebujas en el asiento, subes el volumen, suena el Grupo Néctar, te llega al pincho la cumbia?, ya no, es la música de tu país, te vacilas, quisieras bailar con una nena culona a la luz de un faro callejero y decirle al oído que estás por leer a Elías Canetti, ante lo cual ella se reirá y dará una vuelta tomando tu mano y listo, a follar.

Follar sin amor es como comer sin sal, pero no comer es morir de hambre, y tú no vas a morir de hambre, eso sí que no, o qué, las veces que te pones la camiseta al vuelo y te das cuenta que está al revés, no significan que no debes hacerlo?, nada, tienes que. 

El toro se anima a salir, tú no, le dices que esperarás a que baje el ritmo de la gente, él se ríe, estás loco, te dice, yo ya vuelvo, y se va. Pasan los minutos, se hace la hora, ves al Carry doblar la esquina, mear y prender su pipa, el Yermoly le sucede, pero éste no tiene pipa, se limita a jalársela. Esos dos tipos son grandes amigos que decidieron no meterse más pasta, cosa de ellos, nosotros en el auto ya no quemamos, solo bebemos, está prohibido prohibirse, pero hay que pararla, además el crack te llena los pulmones de agua y revienta los labios, y está muy caro para ser honestos. 

Decides salir, piensas en tus dos hijos, la cagaste realmente, ahora estás en la calle, sin dolor ni remordimiento, cómo ha sucedido esto, fácil, a punta de necedad y rockandroll.Si ahora mueres no tiene caso, en teoría ya lo estás, de modo que nicagando, debes resistir, conchasumare, que pesar seguir dándole a la puta vida sin más alegría que el beber y drogarse y ansiar un pescadito con papas fritas o un culo de mujer arrecha. Como sea, sales, le pasas la voz al Charapa, el hijo de puta éste trae dos costales llenos de cuyes, le ayudas, los transan en un restorant, comen, por fin!, se largan a vacilar a una yunsa, compran seis cervezas, danzan como locos, la gente los observa extrañada, son venezolanos no?, les dicen, naa, qué va, somos puercos revejidos, les dicen, salen del local, caminan otenando en todas direcciones, marcan unos vehículos, se acercan, hacen el queco de cagar, mientras tanto uno observa y marca y el otro saca las porquerías que la gente atesora en estos tiempos, celulares y huevadas así, caminan con esas chucherías, lo transan, el Charapa quiere ir de juerga, son las dos de la mañana, tú ansías el asiento del copiloto, se separan, caminas de regreso, le pasas la voz al chibolito, drogadicto impenitente que se las trae desde el Callao, beben, hablan de lo rico de la pasta, tú le oyes, niegas eso, es una mierda, sentencias, se caga de risa, se larga a fumar, vuelves al auto, El toro no ha vuelto, carro solo, te estiras y se acabó, es domingo otra vez.

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