jueves, 8 de junio de 2017

RESISTIR

Eran los días previos a la captura y había que andar con cuidado, algunos vehículos hedían a humanos, y esos eran los peligrosos, veías una cabeza de humano saliendo de la ventana y mirándote a través del agujero de su escopeta, corrías, te escondías, oscurecía, las zarzas se mimetizaban con la noche. Salías.
No habías previsto encontrar a la esposa del hermano de la ex suegra, pero sucedió y ahora buscabas al Veneco para ajustar esas cinco lukas pendientes de anoche. El niño dormiría el sueño de los justos un poco más, o a lo mejor ya estaba haciendo trizas las ventanas en su afán por escapar. Él vuela, ya lo sabes, o bueno, lo supiste tarde, aquel fin de semana que toda la resaca de tus domingos los echaste al sábado, a eso de las diez de la mañana, te acuerdas, no te acuerdas, cómo ibas a hacerlo si no te alcanza para alquilar mi amor propio, pero sí para pisotearlo, cómo se hace eso me preguntaste la vz pasada, simple, te dije, algunos, perdón, algunas nacen con el don.
Entonces, te dabas la vuelta y habían niños adictos a los videojuegos, el teclado era sumamente artificioso, su negrura era banal y superflua, añorabas una máquina de escribir en una añoranza te tipo snob vintage, la latencia en el aire parecía ahuecar el vacío, cuál vacío, los muros de microseres, de fantasmas y significaciones. 
De cualquier forma, cada que descendías del aquel cuarto piso, el aire se hacía más denso y solo así podías oír a través de un rumor lejano, las palabras, los gestos, los movimientos, decían cosas como: sabemos por fin dónde está, ahora solo corresponde solicitar la detención inmediata y su consecuente reclusión. Yo pensaba irme a la selva, después a la sierra de Apurimac, y vaya que terminé en Lima, retozando en un camastro en el centro, rodeado de basura y orina, me disfracé de mendigo, me resulta tan natural el papel, estoy loco y soy un fumón, vivo bajo el puente Huánuco y raras veces salgo a robar, por lo general camino y encuentro todo lo que necesito, incluida la droga y los libros que me persiguen.
Una vez sucedió y ya, estaba tratando de ser yo, sonar como yo, verme como yo, me estaba interpretando, no lo logré a cabalidad, pero desde entonces mejoro cada día, sé que alguna vez volveré a ser yo, mientras tanto, andar con cuidado y sigilo, vigilando y si nos atrapan, resistir o morir.

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