viernes, 2 de enero de 2015

En el Club 27


Y sin más arribamos a los 27. De modo que así era el club, una fantasía brumosa con aspecto de invierno que cayendo a goterones revolotea el pelo y humedece la nuca, mientras la boca, seca todavía, se mueve tratando de darle forma a las palabras que por toda misión solo quieren mezclarse con el viento. El club en el que despiertas viendo las patas y el abdomen de una araña cada vez más grande y siniestra. Aplastarla con los dedos probablemente sea indicio de progreso en el arte aracnicida, pero hoy que formas parte oficial del club decidiste optar por una sandalia, mientras pensabas en los 364 días que te restan para graduarte con diploma en esta institución. A lo mejor pases de largo y te prepares para la base 3 que a todas luces puede ser mucho más interesante que las 2 anteriores, o quizá no; lo cierto es que las jugarretas del tiempo frente a uno son de alguna forma, graciosamente perversas, de eso no cabe duda; por ejemplo el buen Dante infernal, ahora mismo rehuyendo inútilmente a su impulsividad, mientras la noble Edith acelerando el paso ante la inminente tormenta que sobre ella ya cae; no puedo evitar pensar en ellos en fechas como estas, o en la canción de León Larregui Como tú, y es que para algunos la vida está remitida exclusivamente a pedazos de melodías, imágenes(creo que para todos), o sueños. La otra vez me hallaba en un valle crateriano, quepa o no el término, tratando de escalar las laderas escarpadas y salir de aquel bello paraje; en fin, cuando los significados son menores a los objetos y sucesos alrededor el indicio mortal debe ser genuinamente exclusivo, y para ello he aquí el Club, por fin.

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