sábado, 6 de diciembre de 2014

OTRA VEZ EL FINAL


Vil traidor de ideales y personas, arrebujado, constricto y sumamente estúpido, enfadado con la vida en todos sus aspectos, reclamando consuelos y perdones inmerecidos. Rogando por piedad, paciencia imposible y redención irrealizable. Si antes pensarse muerto fue de algún modo, ocupación alguna, ahora no, peor que siempre. Se han decidido a ignorarte, no comprendes cómo es que éso funcionará teniendo en cuenta la gravedad de mi asunto. Dejarme morir, he ahí el quit de toda esta basura de comedia con sus nuevos giros. He llenado de nueva vida el cuerpo de quien amo y necesito más allá de su comprensión, pero incapaz de tragarme mis estúpidas expectativas en torno al denodado refuerzo por aniquilarme. El impulso absoluto de mi vida reducido a patéticas tentativas de explicación, de rodear la misma idea las horas despierto, las horas de sueño, de trance, de tristeza extrema de la cual salgo menos vivo, si es que salgo. He aquí el absurdo, yo, he aquí mis palabras ovillando una madeja en torno a mi desesperación. Todo empeora y lo seguirá haciendo, no queda tiempo alguno, ya todos se han ido esta vez sin retorno. Recuperar lo irrecuperable, remar sin remo, oír sin pasión, percibir sin certeza. Maldita mi vida mediocre entre tantos otros que al igual que yo, engañados más o menos, pretenden demostrar al público ausente de esta comedia vida, la valía de un camino plagado de esfuerzos, sacrificios y renuncias. He amado tal vez como no lo había imaginado, sigo amando desde mis cenizas, lo sé, y seguiré creyendo. Mañana mantendré el estandarte de mi destierro rumbo a los cañones desiertos, afinaré mis orejas sobre el suelo, y estrellando mis venas contra los filos de rocas quebradas, pagaré mis deudas, mis verdaderas deudas con la existencia, deudas por demás, impagables, imposibles de concebir siquiera remotamente recuperadas.
Nada más que decirles, siempre diciéndolo y qué hay, miles de palabras circulares asfixiando no solo mi vida sino las de quienes me jacto de amar y jodo impúdicamente. En qué momento uno debe oír desde el silencio y la indiferencia el lamento del retorno a las consecuencias de los errores. Cómo se hace para cerrar lo ojos para siempre, de haberlo sabido, jamás les hubiera suplicado perdón, nuevas oportunidades, afecto, consuelo. Si en verdad nO hubiera en mí una herida supurante y denodadamente infectada, juro que callaría y haría valer sus presunciones nefastas sobre mi condena irreversible. Y hasta ahora pensamos en aguardar mejores días, solo por los mismos intercambios. Ser mejor por alguien, ser peor por uno mismo, ser y ya no ser, no haber sido nunca. Vacíos los cuencos de energía para volver a los extraños parajes que sé, tratan de comunicar con seriedad fehaciente, que hay algo entre la oscuridad del eterno sueño, algo que se repliega y asienta tras las orejas, tras los trapos de viejas prendas, tras el polvo del tedio, de los días aciagos en los que la noche pesa como la mugre de la consciencia, el dolor de haberse infringido más dolor, de haber liberado lágrimas en los ojos de inocentes a toda esta pantomima severa que me resulta casi imposible seguir manteniendo en escena. Una vez le dije a alguien: déjame morir, pero antes no me lo dije a mí, nunca me creí el cuento de mi final anticipado, jamás, ni en los instantes críticos durante los cuales solo creía ansiar la decapitación o la fulminante soga, nunca, solo aguardaba el renuevo de mis energías, de mis esperanzas cada vez menos verdes. 
Te digo adiós y no alcanzan las palabras para describir mi dolor, esta tortura me muestra sus dientes incrustados en todo mi ser, y ahora que no estás tú, comprendo el significado de justicia. Tengo lo que merezco y merezco menos de lo que tengo. Devuelvo absolutamente todo a las alforjas de mi pasado, lo pongo todo sobre el lomo del viento, y yo debajo, ato mi cuello a la viga de los barrotes que separarán mi mente de todos. Derrito la llave en mis sangre, borro la silueta de la puerta en mi visión, digo basta, hola y chao a mis recuerdos, a mí mismo. Y si queda algo debajo o donde mis pies se hundieron, quiero decirles que cubran con este remedio, incluso eso. No me tomen importancia, no valgo la pena, siempre digo lo mismo, siempre hago lo mismo, siempre parece que sigo siendo la misma mierda; pero aunque ustedes no lo sepan, esto es voluntario, esto es la fuga, esto es pisar el umbral y saltar la verja. Te amo, los amor, odio la realidad como vino, como es, como tratan que sea, odio y odio, detesto, me detesto, cierro los ojos, apago las luces, aprieto las mandíbulas, borro mis palabras de toda reafirmación respecto de: Hay salida, siempre hay caminos, hasta que llega un domingo cualquiera y se tiene noticia de que no hay más, se acabó.

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