miércoles, 12 de noviembre de 2014

LA PRUEBA LATENTE(Mutación y transformación)


No una sino dos veces las que me resultan sorpresivas cuando me aboco a verificar cierta información sobre la alineación, en este caso de Infernal Majesty; y es que no se trataba de Vince Vampire el que vocifera en su clásico None shall defy, sino de Chris Bailey, es más, quién diablos será Vince me dice el buscador, donde figura como un eventual vocalista para la banda, pero sin mayor relevancia, alguien que pasó y nunca más se supo de él. 
Maldita sea, al parecer la pérdida de percepción de esta realidad se viene dando en mi fuero interno desde antaño. Yo que siempre imaginé al tal Vince subido en el escenario y cantando a lo Araya en el Show no mercy; yo que apaudiéndolo no solo por su performance en la banda, también seguí atento su carrera delincuencial, luego de enterado de sus fechorías rifle en mano, cabalgando en su motocicleta y viajando como un salvaje vikingo de pueblo en pueblo, aterrorizando a cuanta gasolinera le saliera al paso. Inyectando a sus venas veneno orgásmico. Condenado y absuelto luego ante un tribunal que gracias a la intervención de uno de sus miembros femeninos, volvió a las calles a sembrar el terror, esta vez acompañado de la dama en cuestión, quien fascinada por el destello en su mirada que refulgía desde el estrado de acusados, fue seducida y hechizada. Esa es la puta realidad en la fantasía que al parecer elaboré inconscientemente hace unos años. Demasiadas películas de Alfred Hitchcock y novelas de Patty Highsmith y Agatha Christie me refundieron el cerebro. ¡Mierda! me digo, sucedió sin que pueda darme cuenta alguna, una realidad alterna que fui construyendo y con la que fui conviviendo como si nada pasara. Inclusive ahora mismo que detesto a todo el mundo, y me parece que absolutamente todos cuanto veo o tengo noticia de ellos son repugnantes, estúpidos y necios, ni más ni menos; es evidencia de que ahora mi cerebro está abocado a destruir toda realidad social a mi alrededor. Y yo en medio, como alojamiento de dicha consigna, como el medio para llevar acabo aquello. 
Las sombras aleteando en mi habitación, la maldad pura inoculándose en mis poros con la sutileza de un hálito; ahora lo veo, todo eso fue la apertura y antesala a la posesión definitiva de mi ser por parte de fuerzas ignotas y oscuras, altamente poderosas y malignas. He aquí entonces, la certeza de la transformación, no fue un divertimento pasajero ni una fascinación superficial, todo cuanto se hizo con desmesura y psicopasión genera esto, alternancia en las dimensiones y viajes sin retorno; inequívoca autodestrucción y repulsión por todo lo vinculado al género humano en esta dimensión, maldita e insuficiente, inocua e insignificante. Al pincho con todo esto, esto es lo que soy, el portador de la fuerza supradimensional, la prueba latente de los conductos retorcidos de una mente convencida y sumida en una idea fija: Mutación y transformación.

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